domingo, 12 de julio de 2009

Reflexiones

Transitamos una etapa sumamente conflictiva.
Nunca antes lo corpóreo y lo espiritual estuvieron separados por una distancia tan
abismal.

Ya ni dialogan.
No se reconocen mutuamente.
El cuerpo circula desvariado.
Sin un rumbo claro

No habla con nadie
Sólo se escucha a sí mismo.
O cree hacerlo.
Se ríe y llora sin razón
En algunas ocasiones hace las dos cosas a la vez
El cuerpo se golpea, se lastima, se flagela, se devora.
Parece haber probado su propia carne y estar muy a gusto con ella.

Está desorientado
Debemos recomponer el vínculo.
Estos desencuentros siempre existieron.
No es por ser alarmistas, pero la sensación que circula nos lleva a creer que esta que las consecuencias se harán sentir más que nunca.
El cuerpo puede llegar a devorarse completamente.
Y alejarse tanto, que desde allí le será difícil regresar.
Transformándose en un cuerpo sin alma.
Vacuo, incoloro, superfluo, intrascendente.

El cuerpo necesita encontrar nuevamente universalidad. Reconectarse con la naturaleza.
Su naturaleza.
Debe volver a sentir: reír, llorar, gritar, amar, odiar con claridad.
Transmitir emociones.
Necesita despojarse de toda banalidad y buscar la plenitud.
Plenitud que lo enaltecerá.
Lo hará universal.

Que los sentidos hagan su trabajo.
Que los ojos nos marquen la ruta.
Que los oídos nos permitan escuchar todo.
Que de la boca salgan las palabras justas.

Debe ser comunicativo.
Manifestar sentimientos a través del contacto físico, del frío, del calor
El nexo entre lo interno y el externo volverá a ser la piel.
Sobre sus poros todo se manifestará
Sobre ella se llevan a cabo todas las luchas.
Su color, heridas, cicatrices, arrugas, tatuajes.
Todo será parte de esa lucha.

Realidad Corpórea I

proyecto interdisciplinario
Félix Torrez - Andrea Trotta

Nuestro trabajo gira en torno al cuerpo. Específicamente al cuerpo que, como vehículo y receptor, capacidad que lo une al mundo, nos convoca, por un lado, a preguntarnos por su completud y, por otro lado, por la separación que se produjo en la actualidad de su aspecto simbólico. Es así como nos vamos acercando al sujeto.
Interesados en ese cuerpo-objeto, alejado de su aspecto espiritual y mágico y, por consiguiente, de los otros sujetos, nos planteamos el ritual como reparador y, a su vez, como canal para incorporar al espectador en la obra poniendo de manifiesto este problema.
Hemos elaborado una estructura de hierro que representa al sujeto como elemento que entable una unión con una y otra parte del signo en el ritual . Se cubrirá parte de la superficie con carne y se llevará al fuego. Para eliminar el efectismo que pueda producir tal presentación, se han colocado afiches anunciando el ritual en los que aparecen textos -alusivos al discurso que constituye el eje central de nuestro trabajo- e imágenes de esa misma carne, pieles, pelos, texturas, colores, flujos, protuberancias. Realizamos, también, una serie de diapositivas con parte de esos textos e imágenes (que los espectadores ya habían visto en los afiches) para proyectar durante el ritual.
Los espectadores serán invitados a comer de la carne. Todo se llevará a cabo con un tono festivo y conciliador.
Lo que se plantea en la escena de esa invitación es, también, la decodificación por parte de los que participan, de ese cuerpo como vehículo-recetor de sensaciones, sentimientos, miedos, angustias, vínculos. Lo que está en juego por encima de todo es la interpelación de esos participantes, que tomen conciencia de la realidad que intentamos mostrar.
El ritual reemplaza la inauguración de la muestra que consiste, en una de sus fases, en el registro del mismo.

Cuerpos: lo material y lo simbólico

Preguntas sobre el cuerpo

Por Andrea Trotta y Félix Torrez

2006-2007

Bucear sobre cuerpo

Buceamos por los recovecos más ignotos de la superficie del cuerpo, porque así como el exceso de información no da lugar a la reflexión y el silencio necesario para ella se opaca, la procacidad con que se apela al cuerpo desnudo en los medios no da lugar a su contemplación. El cuerpo se reduce a un objeto y luego se transforma en fetiche. La superficie del cuerpo se adora, pero ¿qué superficie es la que se adora?, ¿la de cualquier cuerpo? no. Se alaba a un cuerpo específico conforme a los cánones de belleza que dominan hoy el discurso. Y todas sus asperezas, sus marcas, manchas, cicatrices, protuberancias, rugosidades se ocultan tras una pantalla de perfección.

Mostramos al cuerpo con sus supuestos defectos para resignificar su denso valor simbólico. Gestamos una comunión con él, lo escarbamos, con minuciosidad ponemos la lupa en ese cuerpo “deforme” para resaltar, en esa deformidad, lo bello.

Esas arrugas que la realidad actual las muestra como defecto, les hemos dado un lugar que, tras su forzosa contemplación, se nos vuelve atractivo, un mundo fascinante para descubrir, sinuosos caminos para transitar y perderse. Poros por los que quisiera uno estar dentro, caminarlos, conocerlos.

Sentimos la enajenación del cuerpo respecto de la naturaleza y de la relación con otros cuerpos como un escollo contra el que nos rebelamos.

No queremos que algo considerado “feo” sea mostrado como un hecho estético simplemente, sino que lo feo atraiga al espectador y que lo encuentre bello en sí mismo.

El ritual de comerse

El animal que encarna un intérprete en un ritual no es el hombre con disfraz, sino el animal mismo, así como para los cristianos la ostia y el vino no son tales, sino el cuerpo y la sangre de Cristo. No es una simple representación, sino la presentación, la puesta en escena, de aquello a lo que se remite.

El hombre que hemos de servir en vuestra mesa, no es más que usted mismo. El ritual invita a devolverle a su cuerpo lo que le fue arrebatado en su afán por formar parte del mundo.

Los diversos mecanismos de dominación bajo la forma de norma, ley o pauta social, hace pensarnos a nosotros mismos como una masa amorfa a la que hay que ajustar y quitarles todo tipo de “imperfección” hasta lograr un “cuerpo perfecto”. Pero, ese cuerpo no es nuestro, sino una producción dócil y maleable, porque lo que se construye no es simplemente un cuerpo, sino una subjetividad, un sujeto. Es así como vamos perdiendo identidad, particularidades propias, con lo cual, esa construcción no es más que un modelo del deber ser.

Y el cuerpo es mutilado…

Sabemos, además, que la salud, como la educación y los bienes simbólicos, como ciertos circuitos artísticos, son clasistas. No es difícil encontrar a una persona de clase baja sin dientes… ¡Como si no sirvieran de algo! Tratan de salvar una extremidad (brazos, piernas), a veces, como si las piezas dentarias no lo fueran.

Te quitan a lo largo de la vida la vesícula, las amígdalas, forúnculos, ovarios, testículos, como si nada fuera de mayor importancia.

Pero sí es importante quitar arrugas, vellos, granos, cutículas, grasas, dientes con morfologías extrañas por otros delineadas como por un cincel.